Habitación de Philip

Observé mientras parte de sus cosas volaban por la habitación, y después me quité mis zapatos, dejándolos cuidadosamente a un lado de la cama. Me tumbé de nuevo, también de espaldas a él, sin querer molestarle.

-Sabes, no eres como el resto... Quiero decir que, no te limitas a darme espacio cuando te lo digo.-expliqué sin volverme.

-¿Y eso te disgusta?-pregunté sin volverme tampoco.

-No demasiado.

-Pero sí un poco...-respondí con un suspiro.

-Buenos días, Philip.-dije para dar por finalizado el tema.

Me levanté y descalzo fui a sentarme al pequeño sofá que había en la habitación, de espaldas a la cama.

-¿Y ahora qué?-gruñí sentándome.

-No sé para qué coño me molesto, debo de ser gilipollas. Cuando me acerco a ti acabo pensando que solo te hago feliz acostándome contigo, y cuando te dejo espacio para no molestarte me das a entender que eso te molesta. Me estoy volviendo loco.-gruñí desde el sofá.

-Mira por donde, igual si eres gilipollas.-repliqué.

-Si tan gilipollas soy, ¿por qué estás conmigo?-pregunté levantándome bruscamente del sofá. Solté un gruñido cabreado y me crucé de brazos intentando controlarme.

Le miré detalladamente, se estaba controlando y yo iba a conseguir que dejase de hacerlo.
-¿Vas a pegarme?-inquirí desafiante.-Eres tan imbécil que te controlas como si pudieses llegar a matarme..-me estaba riendo de él, esperando que explotase.

Aparecí delante de él y cerré los ojos unos segundos.
-No me provoques-siseé.

Le agarré por la camisa, acercándole a mí.
-¿Por qué? ¿Qué piensas hacer si te provoco? ¿Me pegarás aún sabiendo que puedes acabar peor que yo?-pregunté.-No me hagas reir, amor.

-Has de saber que no tengo miedo de las amenazas de nadie-agarré su mano y la solté bruscamente.-Si no te he hecho nada aún ha sido porque me estoy controlando.

-No te he amenazado, me limito a recordarte las cosas.-respondí.-Qué mono resultas cabreado, es una lástima que te refrenes.
Volví a tumbarme y cerré los ojos. A pesar de parecer totalmente relajado todo mi cuerpo estaba preparado para responder a algún ataque.

Gruñí sonoramente mostrando mis colmillos, ya no conseguía controlarme como antes.

Sonreí, pasándome la punta de la lengua por los colmillos.
-Vamos, Philip.-le incité.

Me acerqué con los labios fruncidos y mordí su cuello con fuerza, denotanto que estaba cabreado.

Jadeé de dolor, de placer. Metí la mano por dentro de su camisa arañando su espalda.

Apreté más la presión del mordisco al sentir los arañazos, y clavé las uñas en su brazo.

Tiré de su pelo con la otra mano, obligándole a soltarme para poder atraer su boca a la mía. La ferocidad de ese encuentro provocó más sangre, la suya y la mía, mezcladas.

Arañé su labio inferior y deslizé mi mano por su brazo, ampliando la herida con mis uñas.

No aparté mis ojos de los suyos en ningún momento.
-Philip...-gemí.
Le empujé hacia atras, hasta acerle quedar tumbado y abrí su camisa. Me senté a horcajadas sobre él mostrando una sonrisa.

Me quedé mirandole mientras la sangre chorreaba por mi cuello y mi barbilla. Jadeé, respirando agitadamente por el cabreo y el momento.