Habitación de Philip

Entré en mi nueva y pequeña habitación, y dejé la maleta junto a la puerta. Observé con detalle cada parte de la habitación y luego decidí que pasearía por los terrenos exteriores, cansado de estar encerrado siempre.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Le conduje hasta mi habitación y cerré la puerta.
-¿Sabes que podrían matarte por esto? A mi no claro, pondría cara de niño bueno-le dije con una sonrisa.

-Tiemblo solo de pensarlo.-murmuré con sarcasmo.

Sonreí de nuevo y me senté sobre la cama.
-Eres atrevido Sebastian-comenté.

-Lo sé.-contesté tumbándome a su lado.-Pero, hasta donde yo sé, aunque no sea tu casa puedes traer a quien quieras siempre que no sea de un clan enemigo.

-Pero yo no te he visto en esta casa, lo cual quiere decir que eres de la enemiga...-deduje con malicia tumbándome también.

-Exacto. Estoy en la mansión Cross, pero no creo que lo que hay entre ambas mansiones se pueda llamar enemistad.-me tumbé de lado apoyándome en el codo y pasé la otra mano en torno a su cintura.

-Lo ignoro, y lo cierto es que no me importa lo más mínimo-contesté encogiéndome de hombros. Me recosté del todo sobre la cama, pero sin dejar de mirarle.

-Ya somos dos.-comenté.-Bonitos ojos.-añadí mirándolos fijamente, ¿cómo no me había fijado en ellos antes?

-Gracias-contesté con una media sonrisa.

-Sigo sin temerte.-dije devolviéndole la media sonrisa.

-Es que ahora no quiero que lo hagas-le respondí.-Pero te adelanto que esta noche no conseguirás nada más que dormir a mi lado y algún beso.

-Me vale, por ahora.-contesté.-No te disgustan mis besos tanto como afirmas.-me acerqué aél para poder besarle de forma larga e intensa.

-Aún no he comparado-contesté mirándole fijamente con una sonrisa casi cruel.
Me tumbé y me abracé a él.

-Touched.-me rendí por el momento, claro. Lo estreché contra mí y me tumbé bacarriba con él encima.-Pero preferiría que nunca tuvieses que comparar.-admití en voz muy baja.

-Pero Sebastian, tú me compararás con otros, ¿por qué yo no podría?-le dije con inocencia.

-No tienes forma de saber si lo que dices es cierto o no.-repliqué.

-Ya, pero algo me dice que será así-contesté acurrucándome contra él.

-Nunca he comparado a alguien con otra persona.-dije con total sinceridad.

-Bueno...eso está bien-contesté en un susurro.

-Duérmete.-pedí acariciando su espalda.

Esta vez sí obedecí y me quedé dormido entre sus brazos como un niño de 5 años.

No tardé mucho en dormirme yo también pero, incluso dormido, no le solté.

Cuando desperté seguía abrazado a él. Me quedé despierto pero inmóvil, observándole.

Entreabrí un ojo y le miré.
-¿Qué pasa?-pregunté al darme cuenta de que me observaba fijamente.