Después de lo del piano

Entré en el salón, me sente en un sofá y cogí una copa de sangre. Estaba cansado, tanto que apenas era consciente de la presencia de Diane.

Las manillas del reloj siguieron girando y en aquella estancia reinaba el silencio.
-¿Todo bién?-rompí el silencio sin demasiado interes.

-Igual que siempre-bebí el ultimo trago de sangre y deposite la copa vacia en la mesa.

-¿Algo que contar?-

-Te contaria algo, pero no tengo nada interesante que aportar-

-Me acuerdo de poco la verdad-conteste sin mucho entusiasmo.

-Y tú, ¿Recuerdas todo?-

Noté que el tema no era de su agrado, por lo que cambié la conversación.

-¿Cuantos somos yá en la mansión?-

-Ah, Leandro, justo la persona a la que quería ver.-comenté apareciendo en el salón con un libro de medicina abierto entre mis manos.

Giré la cabeza en dirección a la voz que habia pronunciado mi nombre.

-¿Y que querias de mí?-Enarqué una ceja.

Saludé a Diane de pasada con la cabeza.
-Siento curiosidad por ti. Me gustaría conocerte, ¿me acompañas?

-Puedes dialogar conmigo aquí-

-Preguntar lo que querais-

-No se que contar-Cosa que no era cierta.