Un paseo por la inspiración

Seguí aferrándole por la muñeca, tirando de él.
-No hay de que.-contesté.

Me sentía como un niño pequeño, teniendo que tirar de mí.
-Sebastian, no soy un crío, no hace falta que tires de mí-dejé caer.

Le solté y seguí andando.
-Deberías intentar aprenderte el bosque.-sugerí.

-¿Bromeas? Demasiado trabajo-contesté despreocupadamente.

-Ah, ¿sí? ¿Y qué piensas hacer si te pierdes y comienza a amanecer?

-Correr, en algún momento se acabará, ¿no?-dije.

-Algún día de estos encontraremos tus cenizas.-comenté.

-Puede que sí...-contesté mirando distraídamente el cielo.

-Pon los pies en la tierra de una vez.-exigí.-Tu mansión está ahí.-indiqué señalando hacia delante a pesar de verse perfectamente la planta superior.

-Gracias de nuevo-contesté con una sonrisa.-Supongo que te debo algo.
Me acerqué y besé sus labios.

Le devolví el beso y me aparté un poco.
-Qué generoso.-murmuré con sarcasmo.-Hasta pronto, Philip.

-¿Esperabas más?-pregunté.

Me limité a encogerme de hombros y darme la vuelta.
-Amanecerá pronto, no te vuelvas a internar en el bosque.-aconsejé.

-En caso de que lo hiciese, recogeríais mis cenizas-respondí encogiéndome de hombros.

-Es probable.-dije simplemente.
Tomé el camino que llevaba a la mansión del clan Cross.
-Hasta luego.

-Siempre te marchas y soy yo el que tiene que pedirte que te quedes, ¿te gusta hacerme rebajar?-pregunté.

Me volví hacia él.
-Si no quieres que me vaya entonces busca alguna forma de retenerme.

Le miré unos segundos y después devié la mirada.
-Parece que solo te interesas por quedarte cuando te retengo de una forma...-comenté con un suspiro.

-Tendrías que ser muy bueno para conseguir retenerme con eso.-contesté.

Fruncí los labios cabreado y me di media vuelta, alejándome.

No fue muy difícil ponerse delante de él, bloqueándole el paso. Agaché un poco la cabeza y apoyé las manos en su torso.
-Disculpa, no era mi intención decir eso.-me excusé hablando a media voz.-Me ha ofendido que pensases que solo puedes retenerme de ese modo.

Le miré y desvié la mirada de nuevo.
-Dijiste que había que tener un buen argumento para conseguir entretenerte, yo no lo tengo, mi vida ya no es interesante. Lo único que podría ofrecerte es conversación, y seguro que te resultaría tediosa-confesé en voz baja.

Manteniendo las manos apoyadas en su pecho me acerqué un poco más, hasta apoyar la cabeza en su clavícula.
-Solo quedémonos así, no necesito más de momento.-murmuré.-Habla sobre lo que quieras, no importa si es aburrido o no.

Abracé su cuerpo con un brazo, pero mi otra mano estaba fuertemente cerrada, conteniéndome las ganas de estallar.
-¿Ves? Sigues buscando mi contacto, ¿me escucharás aunque te resulte aburrido? Lo dudo...simplemente oirás.-comenté con pesar.-No me disgusta tu contacto., pero a mi también me ofende que aunque no sea así, me desmuestres que solo puedo contentarte con eso.

Deslicé una mano hasta la suya, abriéndola y entrelazándola con la mía.
-Suéltame, pues.-sugerí con total tranquilidad.-Te escucharé asi me cuentes una historia interminable.