Un paseo por la inspiración

Encontró mis labios, que le ofrecieron un fugaz beso y una media sonrisa.

Hice un mohín y le solté.

-Bueno ¿entonces caminamos juntos?-pregunté.

-Está bien.-respondí algo alicaido.

-¿Qué te pasa?-pregunté al notar el tono de su voz.

-Nada, vamos.- metí las manos en los bolsillos y eché a andar.

-Si no te pasase nada no pondrías esa cara, ¿qué pasa?-insistí caminando junto a él.

-¿Qué cara?

-Esa cara de perrito triste, ¿esperabas algo?-contesté.

-Oh, por Dios, no me hables de perros.-me quejé.-No, no esperaba nada.

Desvié la mirada sin decir nada, y me mantuve en silencio.

No necesitaba mirarle para saber que había desviado la mirada.
-¿Philip...?-inquirí.

Giré la vista y le interrogué con una mirada.

Continue mirando al frente.
-Siempre que algo te disgusta desvias la mirada, ¿qué fue esta vez?

-No me ha disgustado nada, simplemente si no quieres contarme algo, no insistiré, pero no tenía nada más que decirte-contesté mirando al frente de nuevo.

-Hmm, ya veo.-musité.

Desvié de nuevo la mirada y suspiré.
-Tenemos un problema, ninguno de los dos somos especialmente habladores-.

-No veo eso como un problema. Detesto a la gente que solo habla por hablar, si no tienen nada interesante que decir entonces es mejor que se callen antes que arrastrarme a una conversación banal.-expliqué.

-Tienes razón-admiti.

Sonreí.
-No hay ningún problema, entonces.

Caminé en silencio a su lado, sin saber qué decir.

Me detuve tras unos minutos.
-Philip, me voy.-anuncié dándome la vuelta.

Le miré unos segundos, y después miré a mi alrededor. No tenía ni idea de dónde estaba, pero me dio igual.
-De acuerdo...-bajé la mirada y me senté contra el primer árbol que pillé.

Suspiré.
-Vamos, te llevaré a tu mansión.-dije tirando de él hasta ponerlo en pie.

-Ah...gracias Sebastian-le dije, al momento desvié la mirada, consciente de lo que había dicho.