Un paseo por la inspiración

Me detuve a mirar unos segundos a mi alrededor, llevaba horas caminando sin rumbo fijo, sin saber muy bien a dónde llegaría, pero no me preocupaba. Ni siquiera sabía del todo dónde me encontraba, o lo lejos que estaba de la mansión. Aquel lugar inspiraba mi naturaleza tétrica, y me resultaba ideal para perderme como lo había hecho.

Avancé hacia él muy despacio, procurando no hacer ningún ruido y acerqué mis labios a su oído.
-Bu.-dije.-¿No me digas que te has perdido?

Me giré cual felino, y al ver de quién se trataba, relajé considerablemente mis alarmados nervios.
-Me he perdido, pero a propósito-contesté.

Qué orgulloso era.
-Nadie se pierde a propósito, es imposible.-respondí.

-No lo es, me he internado en el bosque, y he acabado aquí.Ni siquiera sé dónde estoy-contesté mirando alrededor.-Aunque un poco de compañía en la oscuridad no viene mal.-Sonreí de medio lado, maliciosamente.

-Tú mansión está por allí.-indiqué señalando a mi derecha.

-Gracias, pero no voy a salir de aquí de momento. Tengo cosas más interesantes que hacer que estar ahí metido-comenté.

-Como quieras.-contesté.-Suelo olvidar que eres tan orgulloso.

-Pero no te disgusta-respondí con una fugaz mirada.

-Nunca he dicho tal cosa por lo tanto, no puedes saberlo.

-Pero me lo has demostrado-contesté con un suspiro.-Bueno, en todo caso, ¿tú también te has perdido?

Sonreí.
-No, yo sé perfectamente donde estoy.

-Perfecto, entonces quédate conmigo, así sabré cómo volver después-sugerí.

-Asi que, solo quieres que me quede para hacer de guía.

-No vendría mal...¿es que quieres un pago por ello?-le pregunté son miramientos.

-Obviamente, no hago nada por amor al arte.-contesté cruzándomde de brazos.-¿Qué puedes ofrecerme que no posea ya?

Solté una carcajada seca.
-Sólo posees de mí lo que yo te he deseado regalar, pero no tienes nada en realidad. Ya te dije que no soy un mero beso o simple orgullo, hay muchas más cosas en esta eterna cáscara. Y como tal, nunca dejaré de sorprenderte mi querido Sebastian-.
-Ahora dime, ¿qué quieres que te ofrezca a cambio?-añadí.

Chasqueé la lengua. Philip era tan engreido que, hasta cuando no me refería a él se daba por aludido.
-No creo que tengas nada que pueda querer.-comenté pasando por su lado.

-Entonces es que no me conoces-contesté.

Seguí caminando, si me seguía o no era cosa suya.
-Yo diría que sí te conozco, eres más previsible y transparente de lo que crees, Philip.

-¿Lo soy?-dije sentándome al pie del árbol, con un suspiro.

-Sí..-ladeé el cuerpo para mirarle.

-Mmmm, qué contrariedad, aunque la verdad, tampoco me importa lo más mínimo-comenté apoyando la cabeza sobre el tronco.

-¿Y te piensas que a mí?-inquirí. Seguí caminando sin prisa.

-No vayas por ahí, te perderás-dije con los ojos cerrados.