-¿Pero qué...?-murmuré. ¿Le habria hecho algo? Ese pensamiento me inquieto un poco, intenté apartarlo de mi mente y volví a sentarme. No valdría de nada perseguirle, lo único que conseguiria sería que se alterase más. Apoyé las manos en la arena y noté algo duro, su cuaderno. Perfecto. Era una gran excusa para un futuro encuentro.