Paseando con Sebastian

Para mayor comodidad entrelacé las manos a la espalda.
-¿De qué querías hablar?-pregunté sin rodeos.

-Sin novedad, no suelo hacer mucha vida social.-contesté.-¿Qué tal con Damian?

-¿Qué escondes?-pregunté.-Ni se te ocurra negarlo porque es evidente.-advertí.

Me quedé mirándola con cierta incredulidad.
-¿Quién era la que decía que sólo había algo de cariño profesora alumno?-le recordé.

-Procura no estropearlo.-aconsejé.-Sois polos opuestos sería muy fácil que eso ocurriese.

-Me refiero a que no tienes paciencia, tienes tendencias agresivas y eres un bloque de hielo o intentas serlo. Él es todo lo contrario. Acabareís mal si no vais con cuidado. Si tú no vas con cuidado, porque está claro que Damian lo tendrá.-contesté.
Me hizo gracia oirme decir todo eso como si tuviese años y años de experiencia a mis espaldas. Desde luego, estaba claro que no mentía con lo que decía.

No hice ningún comentario. Estaba claro que a mi era al que menos le importaba esa relación de cuantos vivíamos en la mansión.

-Lo sé, pero no se puede decir que con nosotros seas precisamente suave. Tus entrenamientos se caracterizan por el exceso de agresividad.

-No sabes diferenciar un entrenamiento de una pelea real. Usas esa excusa para justificar las posibles lesiones.-miré de reojo a un grupo de chicas y seguí caminando.-Me basta con lo visto.

-Si tú lo dices...-respondí encogiéndome de hombros.

Ladeé la cabeza para mirarla de reojo.
-¿Y?-pregunté sin entender muy bien qué quería decir con eso.-Solo son un pequeño grupo de humanas.

-No, no tengo apetito. Te esperaré aquí.
Me aparté a uno de los lados del paseo.