Sentado sobre la barandilla.

-Es la segunda vez que me devuelves el beso.-contraataqué.-Lo que quiere decir que te gusta.

-Sería descortés apartar la cara, ¿no crees?-le dije.

-Sería aún más descortés decir que no te ha gustado, sobretodo cuando no es así.

-Sería descortés mentir diciendo que me ha gustado-espeté.

-Como quieras.-dije simplemente. Me aparté de é.- Hasta luego.-me despedí.

Aparecí frente a él.
-Te ofendes con facilidad, y tus cuestiones intelectuales me dan dolor de cabeza, ¿lo sabías?-le dije mirándole con una sonrisa maliciosa. Me acerqué y le besé suavemente, como regocijándome en aquel beso.-Eso me gusta.
Me aparté de él y me apoyé sobre la barandilla.

-No me he ofendido, en absoluto. Nadie se ha quejado nunca de mi forma de besar, la opinión de un primerizo no cuenta.-repliqué con seriedad.-Pero seguiremos practicando para que tú opinión empiece a tener valor.-añadí en un tono más suave.

Solté una carcajada.
-Pues yo soy el primero, y mi opinión siempre ha tenido valor querido Sebastian. Podría ofenderte con un par de palabras, y sin embaro no lo he hecho, así que...-contesté.-Por cierto, quieres seguir practicando, ¿eso quiere decir que te gusta?

-¿Sí? Lamento informarte de que en este caso no lo tiene, porque te repito que no has comparado.-contesté.-Me encanta besar, llevo haciéndolo desde que tengo uso de razón.

-Eso es curioso e interesante -contesté.

-Puede.-me encogí de hombros.

Me encogí de hombros y me tumbé sobre un banco del paseo.

Le obligué a apartarse un poco y me senté, pernamecinos así unos minutos. Ladeé mi cuerpo en su dirección y me incliné sobre él colocando una mano a cada lado de su cabeza.

Clavé en él mis ojos de color verde intenso, dándole una mirada profunda.

Me incliné sobre él un poco más, acortando así la distancia que separaba nuestros rostros. Esta vez no le besé, sólo permanecí así, contemplando su cara al tiempo que acariciaba su mejilla.

Le miré ciertamente confuso, aquello me provocaba algo de...¿vergüenza? Sentí cómo enrojecía ligeramente, seguramente tendría el aspecto de un niño pequeño.

Sonreí fugazmente al ver como se sonrojaba. Besé con suavidad sus mejillas sonrojadas.
-No debe darte vergüenza.-susurré sin apartarme.

-No...no es eso. Es que...-me encogí contra el banco aunque sabía que no podría atravesarlo.

Me aparté un poco al ver su reacción.
-No me digas que eres... virgen.

Enrojecí de golpe, casi violentamente.
-Cla...claro que lo soy. Si poca gente es digna de mis besos, imagina lo otro-quise hablar con seguridad, pero mi voz titubeaba.

-Qué mono eres, Philip.-comenté.-Hacía mucho que no me encontraba con nadie así.

-¿Hacía mucho que no te encontrabas a alguien mono?-pregunté intentando no sonrojarme de nuevo.

Me reí de su pregunta.
-No, es eso. Me refería a que hacía mucho tiempo que no me encontraba con un vampiro virgen.-aclaré.

Maldita sea, de nuevo me empecé a sonrojar inevitablemente.
-Ah...pues, bueno aquí hay uno-dije.

-Ya veo.-asentí.-No te sonrojes... Quizá debería irme.-comenté poniéndome en pie.