[color=indigo]Entré en el salón y me serví una copa de sangre, sentándome sobre uno de los sofás, pero pronto la copa se hizo añicos en mi mano al apretarla demasiado fuerte. Arranqué sin miramientos los cristales que se habían quedado clavados en mi piel. Tenía que calmarme o partiría en dos toda la casa.[
Se me ocurrió hacer algo que me ayudaría a evadirme de mi mal día./color]