Muy cabreado.

-No compares a ese bastardo con unas criaturas que pueden llegar a ser realmente interesantes en algunos casos.-repliqué entre dientes al tiempo que me inclinaba hacia delante y daba otro golpe, más flojo que el suyo, en la mesa.

Siseé y me coloqué la ropa.
-Haz el favor de volver aquí.-dije con un hilo de voz mirándola a traves de la ventana.

Chasqueé la lengua molesto.
-En realidad nada, pero no me ha gustado tu dramática salida.-respondí.- ¿Quién era él?-inquirí con cierto desinterés. Ya que me había arrugado la ropa lo mínimo era una explicación.

-¿Quién era él?-repetí ignorando sus palabras.

-Ya veo, un amante que te engaño para que le concedieses la inmortalidad y cuando lo hiciste se marchó dejándote sola... O quizás, ocurrió mientras eras humana...-conjeturé en voz baja.

-¿Y bien?-la insté.-¿Me lo vas a contar o tendré que seguir haciendo conjeturas y uniendo los pequeños fragmentos que se te vayan escapando?

Reflexioné mi respuesta.
-Ya veo, asi que odias a los humanos porque uno se aprovecho de ti. Considero grave que le dejases campar libremente por ahí disfrutando de su inmortalidad en lugar de borrarlo del mapa.

Alcé una ceja y la acompañé de un suspiro exasperado.
-Bien, veo que no vas ha hablar y yo ya he completado mi cupo de insistencia por esta noche.-comenté poniéndome en pie.

Metí las manos en los bolsillos de la cazadora y la seguí.

-Tu padre.-repetí deteniéndome.-¿Tu padre te abandono cuando le convertiste?

Me recosté contra la pared contraria, al parecer esto iba para rato.
-Continua.-insistí.-Estoy curado de espanto en lo que a historias familiares se refiere.

...Quizás no estaba tan inmunizado como yo pensaba. Noté como palidecia más aún de lo que ya era. Permanecí en silencio, incapaz de decir nada.