Cruce de caminos

-Prefiriría quedarme contigo si no es molestia, puedo aguantarlo-le dije alzando la mirada hacia él.

No contesté, simplemente me encogí de hombros.
-¿Y dónde vive tu amigo?-inquirí tras unos minutos callados.

-Bueno, tiene una mansión no muy lejos de aquí...desgraciadamente-contesté.

Me incliné un poco hacia adelante, interesado.
-Ah, ¿sí?

-Si te interesa puedes ir a visitarle cuando quieras, y darle saludos de mi parte-contesté con sarcasmo.

Volví a reclinarme en mi silla y miré hacia otro lado.
-Bah.-exclamé.

Torcí la cabeza un segundo.
-Disculpa, si te interesa no tengo por qué objetar nada, ha sido una reacción estúpida, después de todo seguramente a ti no te trataría tan mal-le dije levantándome de la mesa.

-¿Qué haces? ¿A dónde vas?-pregunté.

-Pues no lo sé, supongo que a dar una vuelta por ahí-me encogí de hombros.-¿Quieres venir?

-Prefiero esperarte aquí.-contesté mirando enredor.

Asentí y después de despedirme sali del bar. Me di una vuelta sencilla por el pueblo, no había prácticamente nadie a esas horas, y decidí volver al lugar, aburrido.
Me senté de nuevo junto a Sebastian, más bien me dejé caer en la silla.
-Qué lugar tan sumamente aburrido-comenté.

-Eso no es nada nuevo.-comenté.-¿Qué te ha hecho querer entrar en emejante antro, si puede saberse?

-Ahora mismo, que estás tú-contesté con una pequeña sonrisa.

Puse los ojos en blanco.
-¿Y antes de que yo viniese?

-No me apetecía volver a la mansión después de haber estado encerrado en una durante tanto tiempo-contesté con un suspiro.

-Es comprensible.-asentí.

-me gustaría estar contigo ahora-pedí.