Cruce de caminos

Bajé hasta el pueblo con intención de mezclarme entre los humanos, al menos durante un rato. Me resultaba muy relajante escuchar el latido de sus corazones. La calle principal estaba casi desierta, por desgracia. Torcí los labios y seguí paseando sin prisa alguna.

Me encontraba en disposición a entrar en una de las tabernas que había abiertas a esas horas de la noche, pero un olor familiar llamó mi atención antes de que pudiese cruzar la puerta.
-Sebastian-llamé en la noche, haciéndole conocedor de mi paradero.

Le oí perfectamente, pero remoloneé un poco, dudando de hacerme. Acabé yendo a donde él se encontraba, si no iba yo vendría él.
-Buenas noches, Philip.-saludé mientras doblaba la esquina.

-Has venido despacio, ¿es que te incomoda mi presencia?-pregunté con un tono de voz suave.-Si es así, lo lamento.

Puse cara de póker para ocultar lo mucho que me habían sorprendido sus palabras.
-No me incomodas.-contesté

-¿Quieres entrar?-pregunté señalando la puerta del bar.-No hay nada que beber en realidad, pero bueno, algo surgirá.

Asentí y entré en el local. Caminé hasta una de las mesas apartadas. El aire esta viciado, por lo que respirar resultaba algo molesto.
-Que gran lugar.-murmuré con cierto sarcasmo mientras pasaba un dedo por la superficie de la mesa.

-Bueno, no es nada acojedor, pero algo es algo. Me alegro de verte Sebastian-confesé con una media sonrisa.

Alcé la vista, sorprendido nuevamente. Sonreí con levedad y me senté.
-Cierto, algo es algo.-concedí.

-¿Cómo has estado este tiempo? ¿Rutina y más rutina, o has hecho algo interesante?-cuestioné sentándome frente a él y apoyándome en la mesa.

Crucé los brazos y las piernas casi al mismo tiempo. No tenía intención alguna de apoyarme en la mesa.
-Rutina y más rutina.-respondí.-No he salido mucho últimamente.. ¿Y tú qué?

Me erguí al momento de preguntarme eso y desvié la mirada hacia la ventana.
-Yo sí he...salido-contesté con cautela.

-Philip.-le llamé de forma algo autoritaria. Una idea me vino a la mente.-¿Qué has...? ¿Con quién...?

Fruncí el ceño.
-No me habrás creído capaz de hacer semejante cosa, ¿verdad? Fui a visitar a otro príncipe, era algo más antiguo que yo...me enseñó educación y no precísamente por las buenas-contesté.

Le miré interrogante.
-¿Otro principe?- me sentí un poco aliviado al escuchar eso.

-Sí, otro príncipe vampiro, como ya te he dicho más antiguo que yo-contesté.

-Tendré que darle las gracias.-comenté ladeando la cabeza.

Le miré unos segundos y después retiré mi camiseta lo suficiente para dejar ver una quemadura en parte del hombro y el pecho.
-Como gustes-dije sin mirarle.

Apreté los dientes y traté de contener un gruñido. Miré la quemadura con detenimiento.
-Te lo hizo ese tipo, ¿verdad?-inquirí algo más calmado.

Asentí dejando ir la camiseta hasta su lugar original, ocultando la quemadura.
-Sí...me volví loco por el dolor y la rabia, y me encerró durante...no sé, 4 días. Me mordí incluso para soltarme de las cadenas, pero no me quedó más remedio que doblegarme.-contesté mirando por la ventana.

Suspiré algo aliviado ahora que sabía lo que había ocurrido.
-Ya sabía yo que esa actitud tuya te traería problemas.-dije frunciendo el ceño.

Cerré los ojos unos segundos.
-Los primeros días fueron peores. Me mordió una y otra vez, hasta que casi me desangraba y no podía revelarme de ninguna forma física.-me callé y suspiré levemente.-Te pediría un beso, pero es algo demasiado cursi.

-Llámame anticuado si quieres, pero no me gusta hecer esta clase de cosas en sitios públicos.-contesté.

-Lo sé, por eso lo he dicho como una suposición.-contesté llevando la mano a mi hombro y haciendo una mueca mal disimulada.
-Aún duele...-murmuré mirando a la mesa.

Asentí.
-Me imagino. Deberías irte a casa y descansar.-indiqué.