Alcé el rostro y fruncí el ceño al notar curiosidad en su tono de voz.
-¿A ti qué te parece que ocurre?- pasé al interior y cerré la puerta.
Le dejé bien claro que no me agradaba escucharlo noche si y noche también desde mi habitación, que la mansión no era una pensión para sus amantes, y que teníamos un acuerdo de mutuo respeto.
-Mon dieu! No sé por que volviste a las andadas.- murmuré molesto.