Con compañía

Esquive su cabello y me situé a su lado tratando de calcular la altura. Me gustaba el sitio, excepto por el viento, pero era inevitable que soplase y más en esa época del año.
Cerré los ojos y me concentré en ruido que producía el agua al chocar contra el acantilado.
-Este sitio no esta nada mal.-comenté al cabo de unos instantes.

-Nada mal-afirmé asintiendo.-Debe de haber una gran altura desde aquí, es una vista interesante.

Suspiré de forma casi imperceptible. Sentia que le sacaba las palabras a la fuerza, para que luego me acusasen a mi de ser poco hablador.
-Bastante.

Alcé una ceja y le devolví la mirada.
-¿Piensa saltar?-inquirí. Era una locura, interesante, pero una locura al fin y al cabo.

-Demasiado arriesgado.-añadí. Retrocedí y me senté en una roca sobresaliente.

Me froté la nuca con incomodidad.
-No...ni una ni varias.-respondí.

-... Esto...-comencé, ¿lo había? -¿Y usted? ¿No hay nadie?-pregunté tratando de desviar la conversación de mi extraña vida sentimental.

Agh. Mierda. Cuadré la mandíbula.
-No, creo que no.-respondí entre dientes.

Me quedé impresionado, ¿desde cuándo yo era tan fácil de leer?
-Hay otra casa, ¿quién vive en ella?-cambié el tema de forma radical, me daba igual lo que pudiese pensar con eso.

-¿Le apetecería acompañarme de caza?- me puse en pie y le tendí el brazo. Esperaba que olvidase el tema.