Buscando un colchón nuevo.

Le había visto, le había seguido hasta las mazmorras, quería saber más sobre mi nuevo pasatiempo, al fin y al cabo, debería convivir con él en un ámbito distinto al sexo.
Paseé mi mano por los hierros de las celdas, haciendo sonar una dulce melodía procedente del sonido de mi anillo y el contacto con otro metal.
-Hola Pierre-Mis palabras salieron formando una melodía que me recordó al clásico ¿Quieres jugar conmigo?

Miré el colchón que sujetaba y lo entendí todo, se me escapó una pequeña risa ahogada.
-¿Tan mal lo dejé?-Sujete uno de los extremos del colchón y espere respuesta sarcástica.

-Estoy impaciente por estrenarlo-susurré en su oreja.

-¿Nunca ha habido nada aquí?- Eché un vistazo ligero a las mazmorras y volví a clavar mi mirada en la suya.

No pude evitar que una sonrisa se asomara en mi boca al oír aquella palabra.-Instrumentos de tortura, suena interesante-Mantuve la sonrisa.-Y deja de tirar bruscamente, me pones nervioso-maticé.

Me estabilicé antes de caer al suelo.
-¿Qué pretendes?-pregunte confuso mientras alzaba una ceja.

-¿Y qué conseguirías con eso?-pregunté aunque conocía la respuesta perfectamente. Clavé mi mirada en sus labios y disimule mi pequeño deseo de placer.

Le seguí sin añadir palabra alguna, mi vista se clavo en su adorable trasero y no pude evitar morderme el labio hasta sangrar.