Reflexiones post-pelea

-Me agrada ese muchacho.-comenté mientras paseábamos por el paseo marítimo.

Asentí en silencio.
-Ciertamente es muy gracioso, has hecho bien no matándolo. Por cierto, ¿qué tal está tu pie?

Lo hice con rapidez y eficacia.
-Listo.-respondí. Me separé unos pasos de ella y torcí el gesto.-Quizá no debería haberte sacado de la mansión teniendo el pie así.

-¿Segura?-inquirí

-Tu misme.-respondí encongiéndome de hombros.- Que la gente se preocupe por ti no significa que seas dévil, Diane.

-Está bien.-seguí caminando.-¿Te apetece cazar?

-No suelo compartir lo que cazo, asi que taeré algo para ti.-dije alejándome de ella y acercándome a una pareja. Tras hablar con ellos durante un rato los llevé hasta donde se encontraba Diane.- Te presento a Susane y Ted.-sonreí y deslicé mi mano por la cintura de ella al tiempo que pasaba mi otro brazo por los hombros de él. Eran atractivos; él era alto y delgado, de piel tostada y ojos claros, al igual que su pelo; ella era más pálida de que él, de pelo negro, lso y ojos negros como la noche.

-Tuyo.-solté a Ted y me centré en ella. Mis manos estaban es su cintura, la atraje hacia mí y pegue mi cuerpo al suyo. Besé su barbilla y descendí por su cuello, escuchando latir su acelerado corazón.-Cálmate.-susurré.

Dejé el cuerpo inerte de Susane en el suelo y miré a Diane.
-¿Estas bien?-pregunté poni´ndo mi mano en su hombro con cierta preocupación.

-No necesito leer la mente para saber que mientes.-repliqué agarrándola por la muñeca.-¿Qué ocurre?

-Quizás si me explicases qué ha ocurrido podría ayudarte.-sugrerí.

-¿Al beber su sangre?-pregunté.

Me quedé en silencio, yo también le había tocado pero había sentido nada.